Khalil Gibrán, un poeta enamorado de Dios

Fragmentos de El Profeta, una de sus maravillosas obras

 

Un hombre enamorado de la vida, tiene a su alcance todos los recursos, para convertirse en un instrumento de la belleza de las palabras mas poderosas, que cobran vida en el corazón humano, inspirando a aquel que abre las puertas del alma, a alimentarse de la sabiduría divina.

Khalil Gibrán, es un uno de esos grandes hombres, que a través de su Misión, elevo a millones de almas hasta una vibración santa, para revelarles las claves de la libertad espiritual.

Muchos hombres aparentan ser libres, pero son esclavos espiritualmente, pues sus almas están atadas a una realidad que los esclaviza en un laberinto que los distrae y así es como lejos de convertirse en almas sabias, se dejan dominar por una fuerza negativa, que los atrapa en una «Ilusión destructiva».

Solo aquel que bucea en el mar de Dios y se deja conducir como agua que sigue su curso, esta destinado a ser LIBRE de mente, corazón y espíritu.

Por Vanina Sousa Gramuglia

 

Poemas de Khalil Gibrán

La oración

Oráis en vuestra pena y en vuestra necesidad; deberíais también hacerlo en la plenitud de vuestra alegría y en vuestros días de abundancia.

Porque ¿qué es la oración sino el expandirse de vuestro ser en el éter viviente? Y si es para vuestra paz que volcáis vuestra oscuridad en el espacio, es también para vuestro deleite el derramar el amanecer de vuestro corazón. Y, si no podéis sino llorar cuando vuestra alma os llama a la oración, ella os enjugará una vez y otra aún llorando hasta que encontréis la risa.

Cuando oráis, os eleváis para hallar en lo alto a los que en ese mismo momento están orando y a quienes no encontraríais sino en la oración. Por lo tanto, que vuestra visita a ese invisible templo no sea más que éxtasis y dulce comunión. Porque, si entrarais al templo solamente a pedir, no recibiréis. Y si entrarais aun a pedir por el bien de los otros, no seréis oídos. Es suficiente que entréis en el templo invisible. No puedo enseñaros cómo orar con palabras. Dios no oye vuestras palabras sino cuando Él Mismo las pronuncia a través de vuestros labios.

Y yo no puedo enseñaros la oración de los mares y los bosques y las montañas. Pero vosotros, nacidos de las montañas, los bosques y los mares, podéis hallar su plegaria en vuestro corazón. Y si solamente escucháis en la quietud de la noche, les oiréis diciendo, en silencio: «Nuestro Señor, que eres nuestro ser alado, es Tu voluntad la que quiere en nosotros. Es Tu deseo, en nosotros, el que desea. Es Tu impulso el que, en nosotros, cambia nuestras noches, que son Tuyas, en días, que son Tuyos también. No podemos pedirte nada porque Tú conoces nuestras necesidades antes de que nazcan en nuestro ser: Tú eres nuestra necesidad y dándonos más de Ti, nos lo das todo.»

El Dar:

Dais muy poca cosa cuando dais de lo que poseéis.
Cuando dais algo de vosotros mismos, es cuando realmente dais.
¿Qué son vuestras posesiones sino cosas que atesoráis por miedo a necesitarlas mañana?
Y mañana, ¿qué traerá el mañana al perro que, demasiado previsor, entierra huesos en la arena sin huellas mientras sigue a los peregrinos hacia la ciudad santa?
¿Y qué es el miedo a la necesidad sino la necesidad misma?
¿No es, en realidad, el miedo a la sed, cuando el manantial está lleno, la sed inextinguible?
Hay quienes dan poco de lo mucho que tienen y lo dan buscando el reconocimiento y su deseo oculto malogra sus regalos.
Y hay quienes tienen poco y lo dan todo.
Son éstos los creyentes en la vida y en la magnificencia de la vida y su cofre nunca está vacío.
Hay quienes dan con alegría y esa alegría es su premio….

Los niños:

Tus hijos no son tus hijos 
son hijos e hijas de la vida misma.
Ellos no vienen de ti, sino a través de ti.

A pesar de que estén contigo se pertenecen a si mismos.
Les puedes dar amor, 
pero no tus pensamientos, porque, 
ellos tienen sus propios pensamientos. 
Puedes alojar sus cuerpos, 
no sus almas.

Sus almas habitarán en la casa del mañana.
No la podrás visitar 
ni siquiera en tus sueños. 

Puedes esforzarte en ser como ellos, 
pero no busques hacerlos como tu. 
Porque la vida no retrocede, 
ni se queda con el ayer. 
Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia delante.
El arquero ve el blanco en el camino del infinito

Y os doblega con su poder para que su flecha vaya veloz y lejana.

Dejad, alegremente, que la mano del Arquero os doblegue. Porque, así como Él ama la flecha que vuela, así ama también el arco, que es estable.

Trabajar con amor:

Es tejer la tela con hilos extraídos de vuestro corazón como si vuestro amado fuera a usar esa tela. Es construir una casa con afecto, como si vuestro amado fuera a habitar en ella. Es plantar semillas con ternura y cosechar con gozo, como si vuestro amado fuera a gozar del fruto. Es infundir en todas las cosas que hacéis el aliento de vuestro propio espíritu. Y saber que todos los muertos benditos se hallan ante vosotros observando. He oído a menudo decir, como si fuera en sueños:

«El que trabaja en mármol y encuentra la forma de su propia alma en la piedra es más noble que el que labra la tierra.»

«Aquel que se apodera del arco iris para colocarlo en una tela transformada en la imagen de un hombre es más que el que hace las sandalias para nuestros pies.»

Pero, yo digo, no en sueños, sino en la vigilia del mediodía, que el viento no habla más dulcemente a los robles gigantes que a la menor de las hojas de la hierba.

Y solamente es grande el que cambia la voz del viento en una canción, hecha más dulce por su propio amor. El trabajo es el amor hecho visible.

La muerte:

Desearíais saber el secreto de la muerte. ¿Pero cómo lo encontraréis a menos de buscarlo en el corazón de la vida? El mochuelo, cuyos ojos atados a la noche son ciegos en el día, no puede descubrir el misterio de la luz.

Si, en verdad, queréis contemplar el espíritu de la muerte, abrid de par en par vuestro corazón en el cuerpo de la vida. Porque la vida y la muerte son una, así como el río y el mar son uno también. En el arcano de vuestras esperanzas , y deseos reposa vuestro conocimiento silencioso del más allá: Y, como las semillas soñando bajo la nieve, vuestro corazón sueña con la primavera. Confiad en los sueños, porque en ellos el camino a la eternidad está escondido. Vuestro miedo a la muerte no es más que el temblor del pastor cuando está en pie ante el rey, cuya mano va a posarse sobre él como un honor. ¿No está, acaso, contento el pastor, bajo su miedo de llevar la marca del rey? ¿No lo hace eso, sin embargo, más consciente de su temblor? Porque ¿qué es morir sino erguirse desnudo? Y ¿qué es dejar de respirar, sino el liberar el aliento de sus inquietos vaivenes para que pueda elevarse y expandirse y, ya sin trabas, buscar a Dios?

Sólo cuando bebáis el río del silencio cantaréis de verdad. Y, cuando hayáis alcanzado la cima de la montaña es cuando comenzaréis a ascender. Y, cuando la tierra reclame vuestros miembros, es cuando bailaréis de verdad.

El amor:

Cuando el amor os llame, seguidlo. Y cuando su camino sea duro y difícil. Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera. Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce vuestros sueños, tal cómo el viento norte devasta los jardines. Porque, así como el amor os corona, así os crucifica. Así como os acrece, así os poda. Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra. Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos. Os desgarra para desnudaros.

Os cierne, para libraros de vuestras coberturas. Os pulveriza hasta volveros blancos. Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles. Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.

Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros, por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida. Pero si, en vuestro miedo, buscareis solamente la paz y el placer del amor, entonces, es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales. Hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas vuestras lágrimas. El amor no da nada más a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo.

El amor no posee ni es poseído. Porque el amor es suficiente para el amor. Cuando améis no debéis decir: «Dios está en mi corazón», sino más bien: «Yo estoy en el corazón de Dios.» Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso. El amor no tiene otro deseo que el de realizarse. Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean éstos: Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche. Saber del dolor de la demasiada ternura.

Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor. Y sangrar voluntaria y alegremente. Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor. Descansar al mediodía y meditar el éxtasis de amar. Volver al hogar con gratitud en el atardecer. Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.

 

khalil-gibran by salman-ameer

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